domingo, 4 de agosto de 2013

Capitulo 9

Sentía el corazón amenazando con salírsele del
pecho mientras lo seguía hasta el ascensor, él la rodeó con su brazo por la cintura. Seguramente tenían el mismo aspecto que cualquier pareja enamorada.
¿Sería eso lo que habían sentido cuatro años
antes? ¿Sería amor? ¿Acaso la diversión se había convertido en algo mucho más profundo? Ya no podía pensar en nada, habían llegado a la puerta de la habitación y lo único que podía sentir era una tremenda impaciencia por sentir su piel
desnuda en contacto con la de él.
Ni siquiera pudieron llegar a la enorme cama que había en el centro de la habitación, no podían dejar de besarse y acariciarse, ansiosos por arrancarse la ropa el uno al otro. La suave tela del vestido parecía ahora una coraza de hierro de la que necesitaba deshacerse inmediatamente, y él
también ansiaba liberarla de tal carga.
Pedro estaba sorprendido por su propia pasión, normalmente era un tipo controlado y metódico, pero en ese instante lo único que mandaba en él era el instinto primitivo de poseerla. Le bajó la cremallera del vestido que, al abrirse, dejó a la vista el maravilloso cuerpo de Paula, solo cubierto por un delicado sujetador de encaje y unas braguitas a juego. Le bajó los tirantes con una ansiedad que no había sentido jamás. Claro que se había sentido atraído por otras mujeres,
pero aquel ímpetu irrefrenable no lo había
experimentado nada más que con ella.
Le acarició los pezones que coronaban aquellos
preciosos pechos, unos pezones que parecían
pedirle a gritos que los besara...
La levantó en brazos con delicadeza y la llevó
hasta la cama, desde donde ella observó
maravillada cómo se despojaba de la poca ropa
que le quedaba. Era gratificante ver cómo lo
miraba, cómo sus ojos se detenían en su más que evidente excitación.
–No sabes cómo me haces sentir –le dijo casi sin aliento mientras se acercaba a ella–. Yo tenía una misión...
Tenía que tocarla, acariciar hasta el último rincón de su cuerpo. Sintió la dulce humedad entre sus piernas y la acarició hasta que los dedos dejaron de ser suficientes y Paula se lo hizo notar.
Entrar en ella fue como regresar a casa. Odiaba sentirse así pero no podía remediarlo, solo podía dejarse llevar.
Hacer el amor con una mujer nunca había sido así para él, ni permanecer tumbado con ella después, nada había sido jamás tan satisfactorio como lo que sentía estando con ella.
Se quedaron mirándose a los ojos unos segundos, estaban tumbados los dos de lado y con las piernas entrelazadas. Se sentian gloriosos luego de haber culminado el acto mas puro, totalmente satisfechos y complacidos. Totalmente cautivados por el placer.
– ¿Y bien? –le preguntó él sonriente mientras le retiraba un mechón de pelo de la cara.
– ¿No creerás que voy a decirte que ha sido
fantástico para que así te sientas aún mejor? –
bromeó ella y cuando vio la sonrisa en el rostro de Pedro, fue como si la envolviera una maravillosa oleada de placidez.
No podía seguir ocultándole la existencia de
William, tenía que decirle inmediatamente que
tenía un hijo de cuatro años que era su viva
imagen.
Se aclaró la garganta y, cuando había recabado
fuerzas para empezar a hablar, sonó el teléfono.
Pepe apenas se movió para contestar, ni siquiera separó las piernas de las de ella.
Pero en cuanto oyó la voz del otro lado, se
incorporó y Paula supo que había ocurrido algo..

Llego el mometo que muchos esperaban!!
Que lo disfruten!
Comenteen mucho mucho!
Besos y Gracias!
PD: Perdon por subir tan tarde!
@letipauliter

4 comentarios: