lunes, 5 de agosto de 2013

Capitulo 10

Pedro puso los pies en el suelo, dándole la espalda a Paula. Sabía que ella estaba allí mirándolo, acababa de hacer el amor con ella y había disfrutado cada instante. Debería sentirse culpable por estar hablando con Lucia, pero no era así.
– ¿Cómo has sabido dónde estaba? –le preguntó en voz baja. Sin mirar atrás, salió de la habitación y se quedó en el vestíbulo de la suite.
–Hernan se negaba a decirme nada y como me pareció tan misterioso... –sin embargo no parecía muy emocionada por tal misterio, parecía más bien enfadada–. Por si se te había olvidado, se suponía
que íbamos a pasar el fin de semana con mis
padres. Te va a resultar un poco difícil dado que estás en otro país. ¿Qué me dices, Pedrito? -pregunto con cierto tono ironico.
– ¿Cómo has sabido dónde estaba? –repitió
haciendo caso omiso de lo que le acababa de
decir. Aquella situación era la culminación de una relación que había comenzado ocho meses antes de la manera más artificial del mundo, en un encuentro organizado por sus padres, que estaban deseando verla casada con un hombre rico y poderoso que pudiera mantener el nivel de vida al que ella estaba acostumbrada.
Al oír sus palabras notó un desagradable sudor
frío e, inmediatamente después, pensó en la
maravillosa criatura que lo esperaba en el
dormitorio.
– ¿Que estás... dónde? –a pesar de no haber
estado escuchándola realmente, la noticia lo
devolvió a la realidad de golpe.
¿Qué demonios estaba haciendo Lucia en Londres?
Resultaba muy difícil de creer que hubiera sido
capaz de dejar a un lado sus innumerables
compromisos sociales para hacer un viaje como ese de manera tan repentina. Pedro no quería que estuviera allí, pensó furioso; no la quería ni allí ni en ningún otro sitio.
Volvió junto a Paula con la cara descompuesta.
– ¿Qué ocurre?
–Lo siento muchísimo, pero me temo que vas a tener que marcharte.
Ella no dijo nada, simplemente se quedó
mirándolo, observando que acababa de regresar el frío desconocido que había encontrado hacía unas horas. Toda la tranquilidad que había sentido y
por la que había estado a punto de contarle toda la verdad desapareció como arrastrada por un viento helador.
–Ya.
–No me mires así, por favor –le pidió pasándose lamano por el pelo.
–No te miro de ninguna manera.
–Sabes que preferiría... que te quedaras –sin
embargo lo que estaba haciendo era vestirse,
mientras ella no dejaba de preguntarse qué le
habrían dicho en aquella llamada de teléfono.
Aunque en realidad daba igual lo que le hubieran dicho, el caso era que acababa de acostarse con ella y ahora quería que se marchase de allí para
poder volver a su vida lo antes posible.
Paula se levantó de la cama y se vistió a toda
prisa, sin siquiera molestarse en ponerse las
medias, simplemente las arrugó y las metió en el bolso. El silencio resultaba insoportable.
–Necesito volver a verte –le dijo él con voz agónica al tiempo que se acercaba a ella–. Yo... no había planeado que esto sucediera –añadió intentando estrecharla entre sus brazos, cosa que ella no permitió.
– ¿Debería sentirme halagada o insultada?
–Hay algo que tengo que solucionar.
–Sí –respondió agarrando su abrigo–. El asuntillo de nuestro divorcio –dijo iracunda–. Limítate a mandarme los papeles para que los firme, porque no quiero volver a verte, Pedro.
–Te llamaré.
–Llámame, pero no quiero verte más... Dos veces es más que suficiente...

Se pudrio todo.. jaja
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@LETIPAULITER

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